Es director del Instituto de Urología y Medicina Sexual de Zaragoza, ciudad en la que estudió y en la que ejerce su profesión. Repasa en esta entrevista sus inicios como urólogo y los avances en esta especialidad.
Al varón aún le cuesta reconocer que tiene problemas de salud sexual
¿Recuerda en qué momento decidió ser médico?
Puede sonar a tópico, pero desde los diez o doce años ya pensaba en ser médico. Hice el bachillerato en Tarazona, me gustaba lo que estudiaba y pensé que podía ser médico. Así que tuve la oportunidad de hacerlo y estoy muy contento de haber tomado esa decisión. Después mi familia se trasladó a Zaragoza y ahí hice la carrera, y posteriormente el MIR, en el Hospital Miguel Servet.
¿Por qué eligió la Urología?
A mí me gustaba una especialidad que fuera al mismo tiempo médica y quirúrgica, que tuviera una parte de cirugía y una parte más asistencial. Urología creo que cumple las dos cosas. Yo la definiría como quirúrgico-médica.
¿Ha cambiado mucho esta especialidad?
Ha cambiado muchísimo. Empecé a hacer el MIR en 1984. Ese año es cuando se empieza a aplicar la litotricia extracorpórea por ondas de choque, hasta entonces, los cálculos de riñón había que operarlos. Después, surge la Endourología, que nos permite llegar a todas las cavidades, uréter, riñón, romper cálculos y tratar tumores.
Y un avance importante fue la llegada del PSA (el antígeno prostático específico) para todo lo que tiene que ver con la próstata. En el campo de la sexualidad del varón, la aparición de viagra y del resto de medicamentos para tratar la disfunción eréctil fue una auténtica revolución.
Finalmente, yo destacaría el desarrollo fulgurante de la laparoscopia, francamente eficaz.
¿Cómo recuerda sus inicios?
Después de hacer el MIR en el Miguel Servet, estuve en la Fundación Puigvert y en el Hospital La Fe de Valencia. Me marché a hacer una estancia a Boston con una beca del Fondo de Investigaciones Sanitarias, y el resto de mi trayectoria ha estado ligada al Hospital Universitario Miguel Servet.
La época de mi residencia fue muy, muy atractiva, trabajé muchísimo. Tuve la suerte de contar con magníficos compañeros, con excelentes urólogos y excelentes médicos de hospital que me ayudaron. Fueron cinco años no solo de formación médica, sino también de formación humana.
Llevo muchos años, pero me sigue produciendo la misma emoción ver que un trasplante de riñón ha ido bien
¿Qué es lo que más le gusta de su trabajo?
A mí realmente lo que me gusta es hacer bien las cosas, intento dedicar el tiempo necesario. Soy muy meticuloso y creo que hay que tratar de hacer siempre bien el trabajo. Ésto se lo inculco diariamente a los residentes.
Si hablamos de algo concreto…
Disfruto mucho cuando se hace un trasplante de riñón y llega el momento de desclampar, ver que el riñón se llena de sangre y empieza a funcionar es una gran alegría. A pesar de que llevo ya muchos años, me sigue produciendo la misma emoción.
Pero usted ha enfocado su carrera también a la salud sexual y a la salud masculina…
Sí, efectivamente, la Urología es una especialidad muy amplia, que ha avanzado mucho, mi tesis doctoral fue sobre los cálculos renales tratados con ondas de choque. Sí es cierto que donde he publicado más y he escrito libros, es en el campo de la salud sexual del varón, sobre todo, disfunción eréctil, infertilidad, salud prostática… han sido los campos en los que he profundizado.
En educación sanitaria es fundamental el papel de la mujer, es el centro de la sanidad de la familia
¿Por qué a los hombres les cuesta tanto hablar de cuestiones de salud relacionadas con la urología y la medicina sexual?
Es un tema educacional que está mejorando mucho, pero al varón le cuesta reconocer que tiene problemas. Es algo que lo va sufriendo, ocultando, dejando…
Aunque esta resistencia se va venciendo poco a poco y los jóvenes ahora son más activos a la hora de hablar con el médico, que las personas mayores.
¿Sigue habiendo resistencia a las revisiones de próstata?
Se ha avanzado. Hay una gran implicación de muchísimos varones, pero aún así hay que seguir insistiendo, y a ésto nos puede ayudar la educación sanitaria, donde es fundamental el papel de la mujer. Ya que es el centro de la sanidad de la familia y es ella la que puede ayudarnos a traer a su pareja a la consulta.
¿Qué les diría a los hombres para convecerles?
En 1984 morían por cáncer de próstata el doble de las personas que mueren actualmente. Gracias al PSA (el antígeno prostático específico), un marcador muy poco selectivo de cáncer de próstata, que manejado con inteligencia da buenos resultados, hemos conseguido que el cáncer de próstata se trate en un punto muy precoz. Y que, en este momento, muy pocas personas mueran por este tipo de cáncer.
En el campo de la infertilidad masculina se están volcando muchos esfuerzos
¿Qué proyectos tiene en este momento?
Ahora mismo trabajo en dos proyectos. Por una parte, fomentar la investigación dentro del Servicio de Urología del Hospital Miguel Servet y, por otra, estoy participando, junto a otros siete médicos, en un libro que nos ha encargado el Ministerio de Sanidad a la Asociación Española de Urología y a la Asociación Española de Andrología. Trata sobre la disfunción eréctil, y estoy escribiendo el capítulo de tratamiento. Está dirigido a médicos de Atención Primaria y residentes de Urología y creo que se publicará entre los meses de marzo y abril.
¿Por dónde cree que van a ir los avances en la Urología?
El futuro de esta especialidad, sobre todo, en el campo de la Medicina Sexual, es muy atractivo tras el desarrollo de los cuatro medicamentos que tenemos para tratar la disfunción eréctil. Con ello se abrieron muchas puertas. Además, van a surgir nuevos medicamentos que serán muy eficaces y que se van a complementar con los que ya tenemos.
Por otro lado, en el campo de la infertilidad masculina se están volcando muchos esfuerzos en la reproducción asistida pero hay que invertir en prevención en salud, tanto del hombre como de la mujer, en hábitos saludables y en hábitos que preserven la fertilidad y eviten el deterioro progresivo.
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Tengo poco tiempo libre, pero me gusta mucho el cine, leer y ver algún deporte, un buen partido de fútbol…