La situación política, la incertidumbre económica, los exámenes de la universidad, la selectividad, la inseguridad laboral, las vacaciones no están resultando tan estupendas como esperábamos, hemos vivido alguna decepción amorosa o familiar… incluso los resultados deportivos de nuestros equipos, como la eliminación de España de la Eurocopa habrá creado en más de uno una sensación importante de decepción últimamente. Las causas de la dececpión son muchas, pero las consecuencias son siempre similares.
Quizá estemos un poco agotados y desencantados. Ese sentimiento general de insatisfacción que surge cuando no se cumplen nuestras expectativas
En general, suele ser una sensación pasajera, que se pasa con el tiempo, pero cuando la decepción persiste y se transforma en frustración, en un enfado con el mundo, conviene pedir la ayuda de profesionales como el Dr. Ezquerro, médico psiquiatra, especialista en Zaragoza en psicoterapia individual.
El Dr. Ezquerro, en su consulta zaragozana de psiquiatría y psicología, lleva casi cuarenta años tratando pacientes con terapias de “Cura por la palabra”, que en ocasiones han de ser complementadas y combinadas con medicación.
Con él estamos recorriendo los efectos que la soledad, el enfado y otras situaciones pueden tener en nuestra salud y cómo remediarlo. La decepción y el desencanto también constituyen un problema que afecta muy seriamente a la vida de las personas y a nuestra salud.
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Cuando la decepción se transforma en miedo
Lo más peligroso de la decepción es que puede convertirse en algo limitativo si se transforma en miedo a volver a sufrir un “chasco” similar. Tras un desencanto, puede ser normal “cerrar puertas” a nuevas experiencias por miedo a que no se cumplan nuestras expectativas de nuevo, señala el Dr. Ezquerro.
Su consejo para recuperarse de una decepción y conseguir restablecer el equilibrio es que resulta importante aceptar la situación, dejar ir el dolor y estar presentes “en cuerpo y mente” en nuestras acciones diarias, dejando de pensar continuamente en la fuente de nuestra decepción.
Fijarnos en nuestros logros, cualidades y las partes positivas de lo que nos pasa y comprometernos a planear actividades que nos hacen sentir bien resulta muy recomendable para recuperar nuestro bienestar.
Es esencial entender que todos los seres humanos viviremos en algún momento, antes o después, una decepción. No podemos pensar que “todo lo malo me pasa a mí”, sino que debemos intentar relativizar nuestra situación. Como personas empeñadas en apegarnos a ciertos resultados, estamos destinados a experimentar la decepción a lo largo de nuestra vida.
Además, esta decepción puede ser una fuente de estrés psicológico. Es evidente que estamos en fechas “señaladas” para las decepciones, pero también lo son para liberarnos del estrés aprovechando las vacaciones. Intentar desconectar, liberarnos de los pensamientos negativos, incrementar la vida social y dedicar un tiempo a nosotros mismos son buenos consejos para vencer al estrés generado.
En el siguiente vídeo, el Dr. Ezquerro nos explica cómo controlar el estrés:
Pregunta.- ¿La decepción es lo que entendemos como desencanto o puede ser algo más serio?
Dr. Ezquerro.- El desencanto y la decepción tienen en común que son considerados como acciones externas a nosotros; hemos sido defraudados o hemos sido encantados. La decepción está íntimamente ligada al enfado.
Es difícil concebir una persona decepcionada que no está enfada. Cuando la vida no va como entendemos que tendría que ir o no nos gusta cómo son los demás… nos enfadamos puntualmente, pero “estar enfadado con el mundo” es algo diferente. El mundo no es como nos gustaría que fuera, no es justo, no nos trata bien…
El problema del enfado es que nos aporta una perspectiva equivocada. Las personas que están decepcionadas tienen una visión única del mundo que para ellos es la única real; y hablan de él, como si solo ellos estuviesen en la realidad.
Las cosas no son como las vemos, sino que vemos las cosas tal y como somos cada uno de nosotros
Todos vivimos en nuestra propia mente; los demás están en un mundo completamente distinto de aquél en el que vivimos cada uno de nosotros.
Esa proyección de cómo somos, es lo que hace que muchas personas se aíslen; y ya sabemos que el aislamiento es lo peor que le puede pasar a un ser humano, aparte de la soledad obligada (en una prisión por ejemplo las celdas de castigo consisten en estar sol), nos gestionamos un espacio en el que también estamos solos.
Nuestro deseo frustrado, es una ocasión estupenda para pensar las cosas desde otra perspectiva. Dejar de considerarnos víctimas pasivas para pasar a ser actores activos de nuestra vida.
P.- ¿Qué se puede hacer ante una decepción? ¿Cómo salimos del bucle?
Dr. E.- Ese bucle es como un collar en el que las personas vamos enlazando nuestros enfados. Esas perlas se van añadiendo día a día. Y las personas enfadadas y decepcionadas tienen un planteamiento muy frustrante basado en que no entienden por qué la vida no les trata bien si ellos son justos y no se merecen algo así.
Querer que el mundo nos trate bien porque eres una persona honesta, es como esperar que un toro no te embista porque eres vegetariano
Evidentemente el mundo es como es; y si nos enfadamos con el mundo nos quedamos solos; y colocarnos en esa posición puede conducirnos a sufrir problemas mentales. Es muy importante conversar con personas que nos acompañen (amigos, familiares), sin que nos juzguen.
Hay que rechazar la idea de que los demás quieren herirnos. Hay que tratar de evitar que intoxiquemos nuestra mente acumulando ofensas.
P.- ¿La decepción puede conducir a la incertidumbre o al miedo?
Dr. E.- La decepción suele producir siempre cierto aislamiento. Si el enfado es con una persona o por una circunstancia puntual lo podemos gestionar fácilmente. Al final, el paso del tiempo coloca todo en su sitio.
Esta decepción que podemos haber tenido últimamente por los exámenes o la política. Incluso la situación mundial tan alarmante que estamos viviendo estos días; irá pasando a segundo plano.
El problema está en las personas que están heridas, que son vulnerables porque tienen experiencias pasadas malas y utilizan estas situaciones desagradables, pero cotidianas, para enriquecer su enfado con el mundo.
Son personas de piel fina. Esa gente que se enfada con facilidad (que tiene poca empatía). Allí dónde hay más sensibilidad es más fácil caer en el martirio. Agresividad rima con Soledad.
Los seres humanos tenemos mayor propensión a relacionarnos con gente que tiene una actitud amable. Tener esto en cuenta es importante; si queremos estar acompañados y sentirnos bien en compañía de los demás.
Resulta mucho mejor vivir cálidamente acompañados, que estar en “razón” (“tengo razón”) y pasar por la vida “razonablemente solos”
P.- ¿Cómo recomienda gestionar este miedo?
Dr. E.- Vivimos en una sociedad en la que la vulnerabilidad no se admite y parece que todos tenemos que ser siempre fuertes. Pero mostrarse vulnerable y tener miedo es liberador y es humano. Al compartir el miedo, el sufrimiento: lo humanizamos.
El problema es cuando el miedo en limitativo y se convierte en un problema mayor. El miedo nos va aislando; y por evitar supuestas cosas que creemos que pueden pasar nos creamos un problema en el presente mucho mayor.
P.- ¿Cuándo debemos pedir ayuda o acudir a una especialista por sufrir una gran decepción?
Dr. E.- Como comentábamos, la decepción y el enfado pueden desembocar en un miedo persistente y limitativo. Cuando una persona se aísla y se vuelve negativa, la gente se va apartando de ella.
Con esa actitud vamos consiguiendo apartarnos y nos vamos quedando solos y perdiendo el juicio de realidad, lo que puede traer problemas psíquicos importantes. Ese es el momento de pedir ayuda.
Bastante soledad hay ya como para que encima la provoquemos más
Una persona enfadada es una persona deprimida. Es importante hablarlo con otras personas, nuestros allegados pueden aportarnos un criterio que nos sitúe y nos de otra perspectiva.
Disponer para comparar una posición diferente sobre el problema que nos irrita o decepciona, que no sea solo la nuestra es importante. Estas personas confunden su forma de ver el mundo, con la forma de ver el mundo todos los demás. Y hay tantas formas de ver el mundo como personas.
Las personas no nos quieren por lo que pensamos o lo que somos, nos quieren por cómo les hacemos sentir.
P.- ¿Esta patología la sufren igual todas las condiciones humanas ¿o lo padecemos más severamente las sociedades del llamado, Primer Mundo?
Dr. E.- Son escenarios radicalmente distintos. Sin duda en las sociedades más empobrecidas las personas tienen problemas absolutamente inmediatos: sobrevivir cada día.
En las sociedades del Tercer Mundo, desgraciadamente, en muchas ocasiones, las dificultades diarias de supervivencia colocan nuestra “existencia” en el presente más inmediato. Sin embargo esos escenarios tan terribles, muchas veces son un espejo de la humanidad donde se muestra la importancia de la generosa colaboración y apoyo de otras personas. Esto destaca nítidamente la tendencia de los seres humanos hacia la cooperación y la fraternidad.
En cualquier caso, conviene distinguir claramente y no olvidarnos de que la depresión es una enfermedad ligada a la pérdida. Y la decepción, es una pérdida en nuestro imaginario.
Pedir cita con el equipo del Dr. Vicente Ezquerro Esteban
Paseo Independencia, 19 - 3º Zaragoza