Más de un millón de personas son sordas en nuestro país.
Padecen sordera, también conocida como hipoacusia, lo que significa que tienen dificultades para oír, están perdiendo o han perdido completamente la audición.
Y, si bien no es problema de salud de primer orden, si es un impedimento para el desenvolvimiento personal y social de quienes la padecen. De ahí la necesidad de prevenir y abordar el problema desde sus primeros síntomas. Y deberá ser el médico especialista, el otorrinolaringólogo, el encargado de realizar un diagnóstico y prescribir el adecuado tratamiento.
En el siguiente vídeo el Dr. Alfaro explica qué es la sordera, los tipos que existen y su tratamiento.
Una persona que no oye bien tiene mayores dificultades para relacionarse con los demás, para realizar actos tan cotidianos como hablar por teléfono o asistir a una clase o una conferencia. De no atenderse, puede derivar en un cierto aislamiento social. ¿Quién no conoce a alguien que no oye bien y acaba abstrayéndose de las conversaciones? Por eso, es importante, tratar el problema desde el mismo momento en que se detecta algún síntoma.
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Pregunta: ¿Por qué se produce la sordera?
Tal y como apunta el doctor Jorge Alfaro, desde su consulta de Zaragoza, «la sordera tiene diferentes causas y origen. Así puede deberse a factores externos como puede ser un daño crónico en el oído por efecto del ruido; puede perderse audición a causa de una infección o como consecuencia de padecer un tumor.
También puede ser congénita, es decir, de nacimiento, si el feto ha sufrido una malformación del oído o de determinados nervios en el periodo de gestación. Puede derivarse de algún problema materno, como una enfermedad infecciosa vírica (como puede ser la rubeola) o abuso del alcohol u otras sustancias tóxicas durante el embarazo. La hipoacusia puede presentarse también en el mismo momento del nacimiento, por un problema acontecido durante el parto«.
P.: ¿A qué denominamos sordera?
Dr. A.: Conocemos como sordera o hipoacusia, a la pérdida de audición en mayor o menor grado.
Es una limitación que aqueja a miles de personas y que afecta al desarrollo vital de quienes la padecen. La sordera es también un síntoma de vida: según envejecemos somos más propensos a padecerla.
Es importante detectar los problemas auditivos cuanto antes. Cuando una persona comienza a notar que oye peor, debe acudir al otorrino quien le efectuará una audiometría para valorar su nivel de audición, realizará un diagnóstico, analizando la gravedad de la afección y establecerá una pauta de tratamiento.
De hecho -apunta el Dr. Alfaro- uno de los problemas que solemos encontrarnos, sobre todo con la gente mayor, es que tarda demasiado en decirse a utilizar un audífono y cuando lo hace, a veces su capacidad de entendimiento se ha deteriorado, por lo que es común que nos diga al colocarle el audífono que oye ruido, pero no entiende las conversaciones. Ya no es solo un problema de sordera.
P.: ¿Por qué oímos o no determinados sonidos?
Dr. A.: Antes de explicar cómo se pierde la audición conviene recordar cómo se produce, o lo que es lo mismo, conocer el funcionamiento de nuestro sentido y órgano del oído.
Nuestras orejas son mucho más que un elemento decorativo de nuestra cara, son los receptores a través de los cuales el sonido entra en nosotros. Configuran junto al conducto auditivo externo el oído externo, una de las tres partes en las que se divide el oído.
La segunda es el oído medio, el lugar donde se sitúa el tímpano (la membrana que vibrará cuando la golpee la onda del sonido) y la cadena de huesecillos formada por martillo, yunque y estribo que se encuentran en la llamada cavidad timpánica. Conectan con la tercera parte, el oído interno, también conocido como laberinto que se sitúa bajo el hueso temporal, y el nervio auditivo.
El laberinto consta de una parte auditiva: la cóclea o caracol, llamada así por su forma, y otra que se ocupa del equilibrio: el laberinto posterior o sistema vestibular.
El sonido se transmite en forma de ondas, que son recogidas por nuestras orejas y transportados hasta el tímpano que las convierte en vibración.
Dicha vibración pasa por el oído medio hasta el interno donde en la cóclea se produce excitaciones en distintos puntos según la frecuencia del sonido, esos impulsos viajan a través del nervio auditivo hasta llegar al cerebro donde serán interpretados y convertidos en sensación sonora.
P.: ¿Por qué se produce la sordera?
Dr. A.: Si esta cadena se rompe en un sitio u otro (oído externo, medio o interno), se producirá la sordera en un determinado grado.
Los especialistas hablamos de sordera cuando se da una pérdida auditiva cuando no se escuchan sonidos por encima de 20 dB.
Hay que recordar que el sonido se mide en función de dos de sus cualidades: el tono, que está asociado a la frecuencia en que viaja la onda y se mide en Hz (mayor cuanto más agudo es un sonido), y la intensidad o volumen, que se mide en decibelios (dB).
El oído humano solo percibe sonidos de determinadas características. Así, las personas solo podemos percibir oír sonidos que están entre los 25 y los 20.000 Hz, aunque oímos mejor entre los 500 y los 8.000 Hz. Este es el rango de frecuencia que se contempla al realizar una audiometría.
P.: ¿Existen diferentes tipos de sordera?
Dr. A.: Sí, de hecho, existen diferentes maneras de clasificar una hipoacusia.
-Dependiendo de la parte de nuestro oído que esté afectada, se establecen tres tipos de sordera: conductiva, neurosensorial y mixta.
Hipoacusia o sordera conductiva: La hipoacusia conductual se produce cuando existe una lesión en el oído externo o en el medio. Generalmente es reversible y afecta al grado de audición y no en su calidad.
Hipoacusia neurosensorial: Hablamos de sordera neurosensorial cuando las partes afectadas son el oído interno o bien los nervios que lo conectan con el cerebro. En este caso, el paciente ve alterado el grado de audición y la calidad de la misma.
Hipoacusia mixta: Por último, la sordera mixta es aquella para la cual no tiene tratamiento ni curación, ya que ninguna parte del oído, ni el nervio funcionan.
-Por otra parte, dependiendo del grado de pérdida de audición, hablamos de:
Sordera ligera: Cuando el paciente tiene dificultad para oír entre los 25 y los 40 dB.
Sordera media: Cuando el paciente presenta dificultad para oír entre 41 y 70 dB.
Sordera severa: Cuando el paciente presenta dificultad para oír de 71 a 90 dB.
Sordera severa profunda: Quienes no oyen por encima de los 91 dB. Además, se conoce como cofasis a la ausencia absoluta de restos auditivos, lo que en decibelios sería no oír nada por encima de los 120dB.
-Otra forma de tipificar la sordera es atendiendo a si se produce antes o después de que la persona desarrolle el habla.
Así, se distingue entre sordera prelocutiva (la persona no hablaba cuando se queda sorda o pierde audición) y postlocutiva (cuando la persona pierde nivel de audición ya había adquirido la capacidad de hablar).
-Finalmente, en función del tiempo de permanencia, se puede hablar de sordera aguda o crónica.
Nos afecta una pérdida de audición aguda cuando dejamos de oír bien por un periodo corto de tiempo y de una manera repentina. ¿Quién no ha notado que «se le tapan los oídos«, es decir, oye peor, cuando circula por una carretera de montaña en ascenso o al volar en avión?. También puede pasarnos que durante un rato oigamos peor tras asistir a un concierto con un elevado volumen de la música.
En ambos casos, la pérdida es breve y recuperaremos nuestro nivel de audición de manera natural. También podemos tener pérdida de audición, por ejemplo, por un catarro que nos produce inflamación en el oído. Cuando la sordera es permanente hablamos de sordera crónica.
P.: ¿De qué dependen las consecuencias y el tratamiento de la sordera?
Dr. A.: Que un paciente oiga un determinado sonido y no oiga otros, depende del grado de su hipoacusia.
Por ejemplo, con una sordera leve no se escuchan sonidos como el tic tac de un reloj y no es un problema que afecte al desarrollo lingüístico normal, lo que sí se da con otros grados.
El rango del habla se sitúa entre los 5 y los 65 dB. Con una sordera por encima los 65dB el paciente podría tener problemas para la comunicación verbal y necesitará algún tipo de audífono e incluso intervención de un logopeda, en función de la edad de la persona.
Y si hablamos de sordera profunda y cofosis sí pueden conllevar verdaderos problemas de lenguaje oral, tanto en comunicación como de adquisición (si la hipoacusia es muy temprana).
P.: ¿Es posible prevenir la sordera?
Dr. A.: Se pueden tener en cuenta algunas cuestiones que mejorarán la audición a lo largo de nuestra vida.
Solo alrededor de un 10% de los casos de sordera tienen un origen hereditario.
Los demás se presentan por factores externos como infecciones, fármacos, nacimientos prematuros, incompatibilidad del RH de los padres, anoxia neonatal, meningitis, traumatismos… Muchos de estos factores son ajenos a nosotros, pero sí podemos actuar sobre otros.
P.: ¿Qué consejos deberían seguirse para cuidar nuestra audición?
Dr. A.: El sistema auditivo es uno de los mecanismos más sensibles y delicados del organismo. Y existen algunos comportamientos que lo perjudican y son evitables. Por ejemplo, controlar la presión arterial y el colesterol; evitar ruidos intensos y continuados.
En líneas generales, una exposición mantenida a ruidos por encima de los 85 dB puede provocar alteraciones en los órganos auditivos. También es nociva la exposición a ruidos más intensos, aunque los periodos sean más cortos. Además, hay sustancias llamadas ototóxicas por su efecto pernicioso para el sistema auditivo, como la nicotina, el ácido acetilsalicílico y algunos antibióticos, en especial, la estreptomicina.
P.: ¿Quién debe diagnosticar y tratar los problemas de audición?
Dr. A.: Es un especialista, un otorrinolaringólogo, quien mejor pueda diagnosticar nuestros problemas de hipoacusia y quien recomendará el tratamiento más adecuado para su curación o mejoría de condiciones de vida.
P.: ¿Cuáles son los tratamientos más habituales?
Dr. A.: Con sorderas de leves a severas en las que no preciso la intervención quirúrgica, el tratamiento es la utilización de audífonos. Cuando están dañados el oído medio o interno se utilizan dispositivos implantables, que se instalan mediante cirugía.
Pueden ser implantes cocleares, porque actúa sobre la cóclea, o implantes óseointegrados, que son estimuladores por vía ósea que se usan cuando no funciona el oído medio y existe una buena vía ósea (una reserva de oído interno). También se pueden instalar implantes de oído medio cuando el paciente rechaza el uso de audífonos.
Dr. Jorge Alfaro García
El Dr. Alfaro es el Jefe de Servicio de la Unidad de Otorrinolaringología en el Hospital Quirón de Zaragoza. Asimismo, tiene su consulta de Otorrinolaringología en Zaragoza. Con más de 25 años de experiencia médica es experto en unidad del vértigo y oído interno; microcirugía de la sordera; acúfenos, otorrinolaringología Infantil; cirugía endoscópica nasosinusal; cirugía funcional de la nariz, y cáncer de garganta y laringe.
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Hospital de Día Quirónsalud – La Floresta
Avenida Gómez Laguna, 82. 50012 Zaragoza