Lleva 25 años dedicada a la Medicina, a donde llegó un poco por casualidad, porque su vida había estado más cerca del arte y de la creatividad que de las ciencias.
Su visión humanista de la vida, su interés por las personas, por las relaciones humanas, le ha llevado al ejercicio de su profesión en Zaragoza, donde tiene su consulta.
Para mí, un buen médico es ‘el que acompaña’ al paciente en todo el trayecto de su enfermedad
¿Por qué decidió ser médico?
Me lo he preguntado muchas veces, porque yo vengo de una familia de artistas y pintores. Siempre me han gustado las relaciones humanas y desde pequeña he tenido una sensibilidad especial con el sufrimiento, con la falta de salud y, sobre todo, por saber cómo se encuentran las personas desde el perfil emocional. Me gustaba jugar a hablar, a médicos, a estar en una consulta. Decidí hacer Medicina, a pesar de que hacía el Bachillerato de Letras, entonces COU, porque la profesora de Lingüística nos dijo un día a cada uno cómo nos veía y a mí me dijo que me veía una mente analítica y que podría ser médico. En aquel momento, además, todas las series de la televisión que me gustaban eran de médicos, así que dije… y por qué no.
No sería fácil viniendo de Letras…
Tuve grandes dificultades el primer curso con Bioestadística, Biofísica y Bioquímica, pero también me resultó muy útil toda la preparación de Letras para los exámenes por toda la Etimología que había aprendido.
Pensé que si no servía para eso ya me daría cuenta. Pero empecé a aprobar sin grandes problemas. Y ya en tercero me di cuenta de que no me había equivocado, al principio, los estudios los vivía como una prolongación del instituto, además por las tardes trabajaba en una librería y no era consciente realmente de que estaba ya en la Universidad.
Me gustaba la Dermatología, el cuidado de la piel y todo lo relacionado con la armonía externa de una persona
¿Por qué eligió la Dermatología?
Sabía lo que no me gustaba, pero además mientras preparaba el MIR pasé por una situación familiar grave de salud y todo eso me llevó a pensar en una especialidad que pudiera hacer en Zaragoza. Me gustaba la Dermatología, el cuidado de la piel y todo lo relacionado con la armonía externa de una persona. Cuando saqué plaza de MIR me quedé en el Hospital Clínico para realizar la especialidad de Dermatología.
Tras 25 años trabajando, ¿cómo recuerda hoy sus inicios?
En aquel momento, el dermatólogo solo se ocupaba de la piel enferma y yo me daba cuenta de que quería ir un poco más allá. Necesitaba dedicarme a más cosas, a trabajar la piel enferma bien tratada, al cuidado y a la prevención de enfermedades cutáneas, la dermocosmética, el pelo, el aspecto externo, la belleza... Para mí, todo eso, era el complemento ideal, poder ayudar a alguien que con acné te pregunta qué cremas puede utilizar, qué maquillaje, cómo puede estar mejor.
Me llamaba la atención que la Dermatología también era muy intervencionista y muy rápida, puedes hacer todo lo que quieras, anatomía patológica, inmunología, cirugía, estética, prevención. Es una especialidad dinámica.
Nada más acabar el MIR puse la consulta privada para poder desarrollar todos estos temas sobre los que me gustaba trabajar.
Vivimos muchos años y queremos estar con buen aspecto durante todo el tiempo que podamos
¿Qué es lo que más valora de su trabajo, aquello con lo que más disfruta?
Con lo que más disfruto es viendo al paciente satisfecho porque ha mejorado, porque se siente bien tratado, de forma integral. No solo desde el punto de vista físico sino también desde el punto de vista emocional. De hecho, para mí, un buen médico es “el que acompaña” al paciente en todo el trayecto de su enfermedad, empatizando con él en todos los sentidos.
¿Cómo ha evolucionado la Dermatología?
Ha evolucionado hacia un tratamiento integral de la piel. No solo se trata la enfermedad, sino también la estética. Pero, entendiendo la estética como el cuidado de la piel, desde la deshidratación a técnicas de relleno, de ácido hialurónico, de plasma rico en plaquetas, de peelings. Todo eso nos da calidad de piel, luminosidad,.. la armonía de la que siempre hablo.
Hay una necesidad social de estar bien, de cuidarse. Vivimos muchos años y queremos estar con buen aspecto durante todo el tiempo que podamos y, por eso, todas las especialidades han hecho una adaptación al tipo de vida que llevamos y a la prevención.
La piel es un buen indicador y es un complemento que tenemos de la Medicina Interna
A través de la piel, como dermatóloga, ¿qué es capaz de ver?
De todo… Igual que decimos que los ojos son el espejo del alma. La piel me da información de cómo está el paciente, su nerviosismo, el famoso estrés, con rojeces, con descamación, con irritaciones, picores… A través de la piel, si una persona está muy pálida podemos pensar, por ejemplo, que tiene algún problema de anemia, también podemos ver cómo se siente anímicamente, si está bajo de tono vital. La piel nos da muchos datos sobre cómo se siente una persona.
Pero también hay otra parte muy interesante, la Dermatología es la parte más externa de la Medicina Interna. La piel nos indica muchas veces que una persona tiene anemia, le funciona mal su tiroides, que puede estar desarrollando un tumor. Realmente, la piel es un buen indicador y es un complemento que tenemos de la Medicina Interna. Es el órgano más extenso del cuerpo, por ejemplo en Oncología lo que va a definir la calidad del paciente oncológico es cómo se va a encontrar en su propia piel.
Hoy la Dermatología no es solamente el tratamiento de las enfermedades de la piel
¿Somos cuidadosos con nuestra salud dermatológica o nos queda mucho por recorrer?
Sí, sí… Todos nos cuidamos más. Antes era el dermatólogo el que debía aconsejar el tipo de protección solar, por ejemplo, y ahora es el propio paciente el que pregunta. Igual que se pregunta al dermatólogo qué crema me pongo, qué maquillaje utilizo. Y se debería preguntar más, pero todavía hay quien piensa que la Dermatología no se ocupa de esos temas. Hoy la Dermatología no es solamente el tratamiento de las enfermedades de la piel, es la especialidad médica que trata las enfermedades cutáneas y además el cuidado de la piel sana.
¿Por dónde va el futuro en Dermatología?
Yo creo que vamos hacia una atención integral, holística. La Dermatología no solo es la piel, es también el pelo, las uñas y las mucosas, genital y oral. Por lo tanto, hay también situaciones intermedias entre la Ginecología, la Urología y la Dermatología. También tratamos las enfermedades venéreas.
Hay un campo de trabajo muy amplio y, de hecho, ahora los primeros números de MIR cogen Dermatología es la especialidad más buscada, más deseada. El futuro va hacia un trabajo en el que haya dermatólogos anatomo-patólogos, que haya dermatólogos quirúrgicos, clínicos. Dentro de la especialidad, las subespecialidades.
De Cerca…
– Si no hubiera sido médico…
Cualquier profesión creativa y que tuviera relación con la gente, ventas; el diseño, tener una galería de arte o una librería.
– Un libro que recomendaría…
Qué difícil elegir solo uno… “La insorpotable levedad del ser” de Kundera; “El último encuentro” de Sandor Marai; “El arte de la prudencia” de Gracián; “El arte de la guerra” de Sun Tzu; “Mujeres que corren con los lobos” de Clarissa Pinkola… Cualquier libro que haga un análisis psicológico de una situación.
– La última película que ha visto…
“Regresión”, pero mi favorita es “El paciente inglés”.
– Una canción…
¿Puedo elegir dos?, One de U2 y María Magdalena de Joaquín Sabina.
– Un viaje pendiente…
La Bahía de Halong (Vietnam), donde se grabó Indochina.
– A qué dedica el tiempo libre…
El tiempo libre y mi trabajo se pueden mezclar. Me gusta mucho lo que hago, porque tiene una parte de formulación, de dermocosmética, de creatividad, de imagen o el trabajo con diferentes laboratorios para ver qué tamaño debe tener un frasco para ser práctico, el color de una crema, el aroma, los perfumes.
– Y además…
Meditación, pilates, yoga… y una buena conversación.