Empatía es una palabra que resuena mucho cuando se habla de inteligencia emocional y de “ponerse en los zapatos” de otras personas para entender cómo se sienten. Se trata de una habilidad muy útil que vamos adquiriendo a través de nuestras experiencias y vivencias conforme crecemos.
La empatía en los niños es muy importante por muchas razones, los niños que desarrollen la empatía serán adultos con una buena autoestima, seguros de sí mismos y más comprometidos con los demás. La empatía es la puerta de entrada a las relaciones con el mundo.
La psicóloga Paola Pérez Correas es Especialista en Psicóloga y miembro del equipo del Dr. Vicente Ezquerro, especialista en Psiquiatría de Doctología. Nos cuenta las claves para educar a los niños en el desarrollo de la empatía desde la infancia y en qué consiste exactamente esta habilidad.
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Pregunta.- ¿Qué es la empatía?
Paola Pérez.- Existen multitud de formas de definir la empatía. Es un concepto del que todos hablamos que, en definitiva, expresa la capacidad que tienen las personas de ponerse en el lugar del otro, a pesar de que en ocasiones no estemos de acuerdo.
Según la neurobiología todos nacemos preparados para relacionarnos con nuestro entorno, con quienes nos rodean. En los primeros meses de vida los bebés aprenden las reglas de estas interrelaciones gracias a sus cuidadores, especialmente a los padres. Todos nacemos con esa capacidad de ser empáticos y la podemos ir desarrollando a lo largo de la vida mientras adquirimos habilidades relacionales.
P.- ¿Por qué es importante desarrollar esta habilidad desde niños?
P.P.- Porque la empatía nos ayuda a comprendernos mejor a nosotros mismos y por lo tanto también a los demás. Favorece el desarrollo emocional de las personas. Los seres humanos somos seres sociales y vivimos en sociedad, por lo que es importante no centrarnos solo en nosotros mismos. Debemos prestar atención a lo que sucede a nuestro alrededor y aprender a comprenderlo.
Las personas empáticas se relacionan mejor con los demás, sus relaciones son más ricas y su capacidad comunicativa más efectiva. Es un elemento fundamental de las habilidades sociales que nos adentra en la inteligencia emocional.
Si nos fijamos, las personas más queridas poseen esta cualidad; nos gusta relacionarnos con quien nos comprende y no nos juzga. Las personas empáticas generan confianza y seguridad.
Es fundamental desarrollar esta habilidad para fomentar la comunicación, para expresar nuestros sentimientos y fortalecer la autoestima.
P.- ¿Cómo se transmite la empatía?
P.P.- Si venimos con la empatía predeterminada necesitamos quien nos ayude a desarrollarla, que los padres sean capaces de entender nuestras necesidades. La empatía está formada por una serie de habilidades que en su mayoría se transmiten sin palabras, a través de la comunicación no verbal, con sonrisas, con caricias, escuchando, mirando a los ojos cuando nos hablan…
Son habilidades que se aprenden en la relación con los demás; por ello, los adultos, los cuidadores más cercanos a los niños, son herramienta necesaria para potenciar este desarrollo, ya que ellos son las primeras relaciones y los primeros vínculos que el niño establece con su entorno.
El aprendizaje de la empatía en los niños se consigue, por lo tanto, desde la interacción con el adulto. El cuidador presta atención al niño para que él se conozca a sí mismo y en el futuro pueda proyectarlo sobre los demás.
P.- ¿Cuándo empiezan los niños a desarrollar su capacidad para comunicarse y entender a los demás? ¿Cómo evoluciona esta habilidad?
P.P.- Cada momento vital es diferente. Cuando un bebé nace, se relaciona con los demás de manera instintiva, le mueven las necesidades: el hambre, el sueño, el frío… Poco a poco adquiere conciencia de sí mismo y de los demás. No es hasta los dos o tres años cuando empieza a comprender que los demás tienen sus propios sentimientos y que pueden ser diferentes a los suyos propios. En este momento empiezan a reconocer su identidad como propia.
Aproximadamente a los seis años comprenderán que cada persona tiene su propia historia, sus vivencias y que una persona puede enfadarse o estar feliz en un momento concreto por un motivo concreto. Es aquí donde la interacción con los demás es más consciente, empezarán a entender a los demás, a pesar de que todavía darán más importancia a sus propias emociones.
En la adolescencia ya pueden comprender lo que siente la otra persona. Esta etapa es un momento importante para prestar atención a su autoestima. Si en fases previas el desarrollo no ha sido adecuado, el chico/chica podrá hacer interpretaciones negativas de los pensamientos ajenos sobre sí mismo.
La empatía hay que canalizarla, el desarrollo del niño, su evolución, le prepara para unas cosas pero no para otras y debemos ser respetuosos con esto. Por ejemplo, un niño pequeño no está preparado para consolar a un adulto, puede hacerlo pero es una tarea demasiado grande para él, es pedirle demasiado y puede provocarle una angustia que le cueste manejar.
P.- ¿Cómo se puede ayudar a los niños a desarrollar la empatía?
P.P.- Los adultos debemos tomar conciencia de que somos un ejemplo para los menores, un espejo en el que mirarse. Es importante prestar atención a los sentimientos de los niños, ofrecerles comprensión. Inicialmente, cuando son bebés, este amor no es verbal, pero el niño que ha sido querido será un adulto con tendencia a querer y confiar en los demás.
Para los niños el juego es una magnifica forma de experimentar y aprender. Podemos jugar “a poner caras de contento, de triste…”, dibujar las emociones, leer cuentos especializados para aprender a poner nombre a lo que siente, es fundamental reconocer y verbalizar lo que sentimos en nosotros mismos y en los demás. Si empezamos desde niños será más sencillo que lo tomen como algo natural a lo largo de su vida.
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